La aventura
Así nuestra pequeña burbuja errante partió hacia un nuevo lugar. Debajo de ella había un gran río de gran caudal, bravo y lleno de energía. El río gritaba:
-¡No caigas aquí burbuja, que como se te ocurra, pasarás a formar parte de mi gran caudal y tu pequeñita superficie se convertirá en mi gran cuerpo! ¡Me acompañarás al gran océano que nos espera al final de este gran viaje!
-Pero dime, entonces, ¿cómo puedo evitar caer en tu gran superficie?
Y le contestó el río:
-Pídele al aire que te lleve hacia la montaña. Él te hará ascender conduciéndote por las poderosas corrientes de la mañana.
-¡Muchas gracias gran río, sin tu sabio consejo no podría haber continuado mi gran viaje!
-¡Hasta luego!
-¡Adiós!
Así que se fue hacia la montaña encontrándose un árbol grandioso y sólido. El inmenso árbol yacía envuelto en el gran aire que movía sus considerables ramas, tranquilo cantaba y tatareaba una alegre canción. Cuando éste le dijo a nuestra amiga:
-Hola pequeña, ¿dónde vas tan diminuta y solitaria?
-Hola gran árbol cantador. Estoy haciendo un gran viaje.
-¿A si, y de donde vienes?
-Vengo de unas tierras muy lejanas y hermosas.
-Ahh. Te deseo un buen viaje y que en él conozcas muchas cosas bonitas.
-Muchas gracias. Mucha suerte a ti también.
-Buen viaje, le dijo al fin el gran árbol que empezaba otra vez a cantar, despreocupado y feliz de estar vivo.
Y así es como la infinitesimal burbuja continuó su largo viaje en busca del aire para ver si le podía ayudar a encontrar las majestuosas montañas, ya que mientras estaba hablando con el sabio árbol el viento se había alejado, dejando para luego el baile con el árbol.
Imagenes:Dinujo sacado de alguna parte y cuadro de Klimt
Texto: LA paradoja.